Obsesionados con la muerte, los antiguos egipcios construyeron magnificos monumentos con la esperanza de asegurarse una vida eterna. Increiblemente, después de miles de años, muchos de ellos aún se mantienen en pie, pero otros muchos yacen enterrados bajo las arenas del desierto. Sus misterios, secretos y tesoros, cubiertos por el polvo de los siglos, esperan a ser descubiertos.
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